
Era una tarde de verano, estaba sola en casa y Laia decidió ir a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Con el calor que hacía sólo había una prenda que se podía poner, un vestido de los suyos veraniegos, de tirantes, escotados y cortitos. Sin sujetador, con un pequeño tanga y unas sandalias a juego.
Le encantaba pasear por el centro de Madrid, esa ciudad le había robado el corazón. Andando llegó a los cines Ideal, cines a los que ella acostumbraba a ir. Le gustaban porque al ser unos cines con películas en VO, nunca tenían mucho público. Siempre había pasado tardes tranquilas.
No se lo pensó dos veces y buscó una película en la cartelera, deseosa de aliviar ese calor que le recorría todo el cuerpo.
Entró tranquila y se sentó en la penúltima fila, no había nadie en la sala y ya había empezado los trailers. Cuando estaba a punto de comenzar la película, entró una pareja que se sentó justo en la fija de atrás. El perfume de la chica se le metió por la nariz y le recorrió todo el cuerpo, de manera inconsciente cruzó sus piernas.
Cuando llevaban 10 minutos de película, empezó a escuchar cómo se besaban y cada vez con más ganas. Laia intentó concentrarse en la película, que ya no le interesaba tanto. Una gota de sudor recorrió su espalda.
Siguió escuchando suaves gemidos. Laia cerró los ojos y pudo imaginar como el chico metía la mano por debajo de la falda de su pareja, como subía por su muslo hasta llegar a su tanga. Como retiraba su tanga y con los dedos expertos acariciaba el clítoris y luego metía sus dedos dentro de ella. Laia sólo escuchaba gemidos de la chica.
Otra vez de manera inconsciente, Laia puso su mano en su pubis y apretó con fuerza.
Ahora escuchaba los gemidos de él, se ve que su pareja estaba metiendo las manos por el pantalón. Laia cerró de nuevo los ojos y gracias a los sonidos y los olores pudo imaginar como la chica de detrás masturbaba a su pareja. Él la tocaba los pechos y cada vez metía sus dedos más dentro.
Laia metió entonces la mano por debajo de su vestido y también retiró su tanga, suspiró. Estaba excitadísima y muy húmeda, acarició su clítoris, hizo círculos. Gimió. Metió sus dedos y escuchó. La pareja de atrás cada vez gemía más alto, se estaban masturbando con ganas, ajenos, o no, al placer que le estaban dando a Laia.
Laia seguía tocándose con una mano y con la otra mano tocaba sus pezones, que se notaban por su vestido, tan excitada que estaba.
Escuchó como ellos dos llegaban al orgasmo. Segundos después Laia tuvo también un increíble orgasmo. No pudo evitarlo y se dio la vuelta y cruzó su mirada con la mirada de la pareja.